lunes, 28 de febrero de 2011

Roland Joffé vuelve a brillar

La trayectoria de Roland Joffé es uno de esos frecuentes casos de director que brilla con potencia y luego pierde fuerza, hasta eclipsarse con títulos puramente alimenticios. Y uno de los inusuales casos en que un cineasta recupera su prestigio años después, asumiendo la escritura de un guión original, una historia novedosa y arriesgada dirigida con maestría.


Firmado por Alberto Fijo  (Aceprensa.com)
Fecha: 23 Febrero 2011

Corría el año 1986, cuando un director inglés de 40 años, Roland Joffé, estrenó La Misión en el festival de Cannes. La película no estaba escrita por cualquiera. Robert Bolt (1924-1995), lo era casi todo: suyos eran los libretos de Lawrence de Arabia, Doctor Zhivago, Un hombre para la eternidad y La hija de Ryan.
La historia de dos jesuitas con trayectorias y mentalidades contrapuestas en las Reducciones del Paraguay en el siglo XVIII gustó mucho al jurado presidido por Sidney Pollack, que le concedió la Palma de Oro y el gran premio técnico. La sección oficial de esa edición no fue floja. Otras películas premiadas en esa edición fueron Sacrificio de Tarkovski, Thérèse de Cavalier y After Hours de Scorsese.

En los Oscar, La Misión ganó el premio a la fotografía (Chris Menges) y optó a seis premios más, incluidos película y director. Fue el año de Oliver Stone, que triunfó con Platoon.

Un triunfo para empezar

Pero, ¿quién era Joffé?, ¿cuál había sido su trayectoria? Nacido en Londres en 1945, en el seno de una familia judía, se educó primero en el Liceo Francés Charles de Gaulle de Londres y luego en Carmel College, el único internado judío en Europa. Sus estudios universitarios los hace en Manchester. Empieza a trabajar en televisión en una popular serie de la BBC, Coronation Street, a principios de los años 70. En 1977 logra un buen éxito al dirigir la adaptación para la televisión de la obra teatral The Spongers, dentro de la serie Play for Today. Con simpatías por las posiciones políticas de izquierda, Joffé muestra interés por la religión y la justicia social. Es agnóstico.

Sigue trabajando en series hasta 1984. Ha adquirido bastante experiencia en la televisión, donde ya es un personaje reconocido. Se decide a probar suerte en el cine. En ese año se estrena como director, con el ya entonces prestigioso David Puttnam como productor. La película se llama Los gritos del silencio y cuenta la historia real de un periodista del New York Times y su intérprete en los terribles días del genocidio a manos de los Jemeres Rojos en Camboya. Candidata a siete Oscar, incluidos película y director, gana tres (actor secundario, fotografía y montaje). En los premios del cine británico, los BAFTA, obtiene 8 galardones, siendo designada mejor película. La historia, basada en el reportaje “La muerte y la vida de Dith Pran: una historia de Camboya”, publicado por Sydney Schanberg en The New York Times, pone de manifiesto la grandeza de la amistad, que es capaz de superar el odio y la violencia sanguinaria y demencial.

El declive

Puttnam (Londres, 1941) había producido Bugsy Malone (1976) y El expreso de medianoche (1978), las dos primeras películas de Alan Parker; Los duelistas (1977), el debut de Ridley Scott; y Carros de Fuego (1981), el debut de Hugh Hudson, que ganó cuatro Oscar, incluyendo mejor película. En 1986 fue nombrado presidente de Columbia, cargo en el que solo estuvo 13 meses tormentosos. La última película producida por Puttnam (en compañía de Fernando Ghia) antes de aceptar la presidencia de Columbia fue La Misión.

Parecía evidente que el tándem Joffé-Puttnam funcionaba bien, pero la asociación se rompe. Joffé dirige Creadores de sombra, una película estrenada en 1989, sobre el proyecto Manhattan y los vericuetos de su desarrollo en el desierto de Los Álamos. La historia, que el propio director escribe junto al guionista de Los gritos del silencio, tiene fuerza e interés y aborda un asunto muy delicado. De nuevo se plantean dilemas de conciencia que obligan a los personajes a elegir entre el camino áspero y la senda más llevadera, enfrentándose a sus demonios interiores. La película, con un Paul Newman excelente, no es bien recibida en Estados Unidos, donde los resultados de taquilla son escasos.

La adaptación al cine en 1992 de un best seller de Dominique Lapierre, La ciudad de la alegría, supone un segundo fracaso de crítica y público. No es una mala película, pero ciertamente es dispersa y le falta brillo.

Los siguientes proyectos de un Joffé quizás frustrado, pierden fuerza, iniciándose un claro declive, salpicado de títulos que no funcionan, quizás porque se apartan de las historias que Joffé sabe contar con entusiasmo y convicción. Casi todos (Super Mario Bros, La letra escarlata, Goodbye Lover, Cautivos), son tan claramente alimenticios que solo cabe pensar que Joffé se implica en ellos porque necesita dinero. Películas ambiciosas y con grandes estrellas en el reparto como Vatel (2000) tienen indudables atractivos pero pecan de esteticistas y no logran que Joffé recupere su nivel inicial.

Sus claves formales

aceprensa.com

Su nueva película,
conecta con el ciclo que forman las tres primeras de Joffé (Los gritos del silencio, La Misión, Creadores de sombra). Desde el punto de vista temático y estilístico se puede decir que Encontrarás dragones es la película en la que confluyen de manera más clara sus señas de identidad como realizador, algo lógico si tenemos en cuenta que es la primera vez que escribe un guión original en solitario y también que llevaba 20 años haciendo películas que estaban muy por debajo del nivel que había tenido en sus comienzos como director de cine. Si buscamos claves formales en el cine de Roland Joffé hay algunas muy claras y todas están presentes en Encontrarás dragones.

Es un director cuidadoso que concede mucha importancia a la puesta en escena, al diseño de producción. El vestuario, los decorados, el maquillaje, la ambientación contribuyen a que las mejores historias de Joffé funcionen, es decir, que propician que el espectador entre en ellas con facilidad y conserve un recuerdo vivo de los momentos más emotivos.

Joffé cuida el casting, para que la calidad de los actores protagonistas se vea realzada por un reparto consistente, donde los actores, aunque tengan pequeños papeles, desborden convicción. La dirección de actores es sobria pero eficaz: los actores se ponen al servicio del relato y no al revés.

Desde el punto de vista fotográfico, el cine de Joffé tiene mucha personalidad: la iluminación es expresiva y hay cuidado en la planificación, en las formas de paso, en los movimientos de cámara. El montaje, preciso y sereno, ayuda a masticar argumentos donde el conflicto moral está en primer plano.

Y la música. La música es muy importante en el cine de Joffé y está casi siempre presente, como una apelación emocional al diálogo entre la grandeza de la épica aventurera y el intimismo lírico, siempre jugando entre lo sinfónico y lo camerístico, con algunos solos instrumentales de gran personalidad. Es una de esas opciones estilísticas que gustan o disgustan, pero que no dejan indiferente. A mi juicio, todas las películas mayores de Joffé padecen cierta sobredosis musical, que es especialmente perceptible en La Misión, una cinta con muchos momentos memorables de gran belleza, pero, para mi gusto, un tanto enfática: está demasiado subrayada, tanto en audio y como en video.

Temas enjundiosos

En lo que se refiere a temas y tratamientos, las obras mayores de Joffé ponen el foco en asuntos enjundiosos, los conflictos no son los habituales del cine más comercial, aunque hay un decidido empeño por llegar a un público amplio y por dotar a las películas de varios niveles de lectura, según sea el grado de conocimiento que el espectador tenga sobre el asunto que se está contando. En las cuatro películas mayores de Joffé, los hechos narrados tienen una base histórica sólida. Hay personajes históricos que interactúan con personajes de ficción para conformar un cuadro representativo de una historia de amistad que se ve sometida a circunstancias violentas de gran agitación.

Roland Joffé, 66 años, con un comienzo fulgurante a mediados de los 80, problemas en los últimos 80, crisis abierta en los 90 y alguna película muy mala en la primera década del siglo, resucita en 2011 con una gran película, una poderosa historia de amor, odio y perdón en la Guerra Civil española, que prolonga sus consecuencias y efectos colaterales hasta 1982, mientras ofrece un retrato vivaz de un santo muerto en 1975 y canonizado en 1992.

Algunos afirmaron que Joffé nunca fue un director solvente y que, separado de la fotografía poderosa del ahora director Chris Menges, de las melodías pegadizas de compositores como Morricone y Oldfield y de la tutela del sagaz productor David Puttnam, se desvanecía o al menos se convertía en un director mediocre. Y parecía cierto… hasta ahora. Veremos qué pasa con Singularity, la película que, con 27 millones de dólares de presupuesto, rueda Joffé en Australia y la India, con Josh Hartnett, Olga Kurylenko y Bipasha Basu como protagonistas de una historia épica de amor imposible, que viaja en el tiempo desde 2020 hasta 1778.

Encontrarás dragones está producida por los españoles Ignacio Gómez Sancha e Ignacio Núñez, dos neófitos en el negocio del cine procedentes del mundo de las finanzas, que han sabido reunir a un centenar de inversores para llegar a los 30 millones de euros de presupuesto que ha requerido una película de bella factura. Cuenta una historia apasionante que protagonizan Josemaría Escrivá, un sacerdote de 34 años, fundador del Opus Dei, rodeado de un pequeño grupo de jóvenes que le siguen, y Manuel Torres, una víctima que se convierte en verdugo.

El cine, como la vida que representa, está lleno de sorpresas. Nunca es tarde para volver a empezar. Y eso es lo que ha hecho Roland Joffé, un director que vuelve a brillar gracias a su talento, a las reservas de buenas y malas experiencias acumuladas y a unos productores que confiaron en él cuando les dijo que haría una gran película, si le dejaban que fuera su película.

aceprensa.com


jueves, 24 de febrero de 2011

¿Quién es Roland Joffé?



Los gritos del silencio, 1984.
Cortesía de es.paperblog.com
Roland Joffé (Londres, 17 de noviembre de 1945) es un director franco-británico. Empezó su carrera como director de televisión. Su primeras obras son algunos capítulos en la serie "Coronation Street". Rápidamente se hizo un hueco en el primer plano de los realizadores británicos con sus historias de carácter político con las series "Bill Brand" y "Play for Today".


En 1984, da el salto al cine y su primera película Los gritos del silencio ("The Killing Fields) le valió una nominación para los Óscar como mejor director. Trabajando junto al productor David Puttnam realizó una de sus grandes obras maestras La Misión ("The Mission") y que le valió su segunda nominación al Óscar a la mejor dirección. En 1993 produjo y dirigió parcialmente la adaptación del videojuego Super Mario Bros.


La Misión, 1986.
Cortesía de
snobmovies.com
 Filmografía:
Como director:

1984 - Los gritos del silencio ("The Killing Fields)  
1986 - La Misión ("The Mission")
1989 - Creadores de sombras ("Fat Man and Little   Boy")
1992 - La ciudad de la alegría ("City of Joy")  
1993 - Super  Mario Bros. ("Super Mario Bros.")
1995 - La letra escarlata ("The Scarlet Letter")
1999 - Goodbye, Lover ("Goodbye, Lover")
2000 - Vatel ("Vatel")
2007 - Captivity ("Captivity")
2009 - You and I (film) ("You and I")
2011 - Encontrarás Dragones ("There be Dragons")


Con información de: wikipedia.org

Visita el perfil de Joffé en IMDB

miércoles, 23 de febrero de 2011

Entrevista de Zenit a Roland Joffé (Segunda parte)


Charlie Cox interpreta a Josemaría Escrivá.
Cortesía de therebedragons.info
Cómo y por qué Roland Joffé ha hecho una película sobre Josemaría Escrivá

Segunda parte de la entrevista con el cineasta británico


ROMA, jueves, 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Pocos esperaban que el autor descubierto por el cine mundial en 1984 con "Los gritos del silencio" se lanzara en la producción de una película sobre san Josemaría Escrivá de Balaguer, que será presentada en la próxima primavera.

En la segunda parte de esta entrevista, Roland Joffé explica a ZENIT cómo decidió aceptar la propuesta de producir"There Be Dragons" ("Encontrarás dragones"http://www.therebedragonsfilm.com), filme ambientado en la guerra civil española, en el que tiene un papel protagonista el fundador del Opus Dei. Asimismo, confiesa la influencia que ha tenido esta experiencia en su vida.

La primera parte de esta entrevista fue publicada por ZENIT en la edición del 6 de enero de 2011.

--¿Tenía usted ideas sobre la manera de presentar la guerra civil española o sobre algunos personajes, como san Josemaría Escrivá?

--Roland Joffé: No sabía mucho sobre Josemaría antes de que me pidieran grabar la película. Esto es lo que sucedió: un día, uno de los productores de la película vino a Holanda para convencerme e que hiciera la película. Traía varios libros y materiales, incluido un DVD sobre Josemaría. Tuvimos una comida muy, muy agradable y, regresando a casa, a pie, pensaba: "No tengo ganas de hacer esta película. Tengo otro proyecto ambientando en la India, y he trabajado mucho para lograrlo". En otras palabras, pensaba que era un ofrecimiento muy, muy bueno, y había apreciado realmente la comida, pero pensaba rechazarlo.

Era una noche de verano, de manera que salí al jardín, con una copa de vino en la mano, puse el DVD en mi lector, y me senté ante el ordenador para escribir una breve carta que decía: "Querido X, muchas gracias. Aprecio el que haya emprendido todo este viaje, pero pienso que verdaderamente usted debería buscar en otro lado".

Mientras tanto, el DVD seguía funcionando. Un momento de la narración llamó mi atención: Josemaría se dirigía a una multitud, en Chile, quizá, o en Argentina, no estoy seguro del lugar, y una joven levanta la mano y dice: "Tengo una pregunta, soy judía".

Y Josemaría responde: "Sí, dime, por favor".

Ella añade: "Mi más ferviente deseo es convertirme al catolicismo".

Josemaría: "¿Sí?".

Ella sigue diciendo: "Pero soy menor de edad y mis padres no me lo permiten".

Josemaría, sin pestañear, responde: "Te digo que seas muy buena con tus papás. Que tengas paciencia, que reces. No muestres ningún gesto de insurrección. ¿Está claro? Quiere mucho a tus papás [...] Y jamás una palabra de crítica de tus papás. Has de amarlos con toda el alma. Y mostrarlo con los hechos. ¿De acuerdo? Buena hija serás de Cristo si buena hija eres de tus papás".


Al ver ese momento del vídeo, me decía: "¡Qué momento maravilloso! Qué momento maravilloso, inesperado, y sobre todo viniendo de una organización de la que todo el mundo se esperaría que dijera lo contrario". Estaba mirando a mi ordenador y me decía: "Espera un momento". Apagué el DVD. Dejé de escribir la carta. Me puse la gorra de director de cine y escribí una escena en la que Josemaría aparece con un hombre, a punto de morir, a quien ya conocía, que le dice que es judío y que su sueño es convertirse.

Escribí la escena de cabo a rabo, sin dejar de pensar: "tengo realmente ganas de ver esto en una película. Pero, no lo veré nunca si no hago la película, ¿verdad? ¿O enmarcaré esta escena en otra película?".

En lugar de la primera carta que me disponía a redactar, escribí: "Querido X, estoy verdaderamente interesado en este proyecto, a condición de disponer de toda la libertad de creación para hacerlo como quiero, y que usted no cuente conmigo para seguir una línea de parte, y si usted acepta el hecho de que no soy muy brillante y que lo haré lo mejor posible, pero que tengo que seguir mi propia verdad. Si usted está de acuerdo, me gustaría hacer verdaderamente este proyecto".

Esto es más o menos lo que sucedió. No tenía ninguna idea preconcebida sobre Josemaría, había escuchado algo sobre él, pero sobre todo fue este pasaje del DVD el que suscitó mi interés para realizar la película. Me encontré ante la historia de un hombre, y al leerla tomé conciencia de que realmente respetaba a este hombre. De hecho, más que un simple respeto, sentía que encarnaba algo de su combate, que interpelaría a todos los seres humanos de una manera maravillosa, y que esta historia que quería contar es la que cuenta esta película.

La guerra civil española era también complicada de afrontar. Hubiera sido fácil tomar partido, pero de este modo hubiera traicionado el eje central de la actitud con que quería contar esta historia. La historia, como bien se sabe, es partidista, escrita por los vencedores y reescrita por los vencidos. Muchos creerán simplemente el rumor o la leyenda que les parecerá más agradable y estoy seguro de que tendremos que afrontar ciertas opiniones sobre lo que es o era el Opus Dei, sobre quién era Josemaría, y sobre lo que realmente fue la guerra civil española.

Quise mostrar lo que sucedió en España durante la guerra civil sin espíritu partidista. De hecho, España vivió, en un período de tiempo muy condensado, lo que Gran Bretaña, por ejemplo, experimentó y absorbió durante un centenar de años: revolución industrial, ideologías de lucha de clases, sin contar que España había perdido su imperio y la estabilidad económica. Para la sociedad española, era muy fácil fracturarse y, según la mentalidad de la época, era muy fácil abrazar opiniones totalmente opuestas y radicales sobre la justicia social, el papel de la Iglesia, etc. Al final, según es propio de la naturaleza de estas tensiones sociales, las posiciones más extremas comenzaron a marginar las demás. Con la debilitación del centro, los dos polos opuestos comenzaron a hacerse más fuertes.

En la guerra civil española, los dos bandos tenían ideales y su propio sentido de la virtud. Como los movimientos políticos del resto de Europa, las personas de los dos lados de la demarcación política comenzaron a diabolizar al otro campo.

Wes Bentley interpreta a Manolo. Cortesía de que.es
Pero las divisiones, que en Europa se convirtieron en divisiones nacionales, en España fueron fratricidas y dejaron cicatrices psicológicas profundas y difíciles de cicatrizar. Lo que sucedió en España fue una herida que realmente desgarró a familias de la manera más dolorosa y atroz. El hermano tomó una opción diferente a la de su hermano, ¿pero esto significa que ya no eran hermanos? Si esto significa que ya no eran hermanos, si queremos matar a nuestros hermanos a causa de aquello en lo que creemos, entonces, ¿no tendremos que preguntarnos por el valor de nuestras opciones?

--La realización de esta película, ¿ha influenciado en cierto sentido su vida personal?

--Roland Joffé: Déjeme que se lo explique: no soy muy religioso, pero me han pedido que escriba sobre un hombre que lo era. Tuve que tomar distancia y decirme: "Cuando escribo sobre Josemaría, tengo que aceptar tal cual --de manera total, honesta y sincera-- todo lo que Josemaría me dice sobre lo que contó para él, aquello a lo que consagró su vida, su experiencia religiosa. Tengo que informarme lo más posible sobre su experiencia religiosa, sin prejuicios, honestamente, y dejarme interpelar.

He leído mucho sobre la experiencia religiosa. He experimentado emoción y alegría al descubrir cuántos hombres de ciencia (en particular, físicos) han vivido una experiencia profunda de Dios, y me ha conmovido el ver que la separación entre la ciencia y la religión, que se ha convertido en el pensamiento dominante de nuestra época, en realidad era falsa. He acabado por comprender que el gran descubrimiento de la física moderna consiste en que nuestra percepción de la realidad se basa en modelos fabricados por nuestro cerebro y que, por tanto, existen numerosos modelos de realidad.

Muchos son insuficientes para explicarlo todo, aunque apropiados para explicar algunas cosas; nos proponen una nueva manera de comprender lo que debería ser la realidad o las realidades y esta comprensión no excluye la idea de Dios o una dimensión espiritual del inmenso universo en el que moramos, sino que más bien nos muestra que la manera en que la ciencia nos ha llevado a redefinir y reinterpretar la realidad nos ofrece también una oportunidad para reinterpretar y redefinir lo espiritual.

No sé muy bien en qué medida, en estos años, me ha afectado esta experiencia. Creo que algo profundo necesita algo de tiempo para revelarse por lo que realmente es. He experimentado una sensación muy particular al grabar"Encontrarás dragones": más que una experiencia solitaria, como había creído, se trata de una experiencia sumamente interesante, para nada solitaria.

El poder pensar, de repente, "Deja a un lado mis respuestas fáciles y vive simplemente con la pregunta", ha sido para mí maravillosamente convincente, y me ha permitido sentirme muy, muy cerca de este proceso de vida de una manera que no hubiera creído posible. Y ahora no sé muy bien a dónde todo esto va a llevarme.


Por Jesús Colina

martes, 22 de febrero de 2011

Entrevista de Zenit a Roland Joffé (Primera parte)

 La guerra y san Josemaría Escrivá,

según el director de cine Roland Joffé


Entrevista al autor de la película de próximo estreno "There Be Dragons"


ROMA, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El mundo del cine y el mundo católico están impacientes por ver la película que presentará en la primavera de 2011 el director de cine Roland Joffé, "There Be Dragons" ("Encontrarás dragones",
 http://www.therebedragonsfilm.com), en la que tiene un papel protagonista san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.

Se trata de un drama épico, escrito y dirigido por el cineasta británico, conocido por filmes como  "La misión" y "Los gritos del silencio", ambientado en la guerra civil española, en el que afronta cuestiones como la santidad y la traición, el amor y el odio, el perdón y la violencia, así como la búsqueda del sentido de la vida.

La trama entremezcla las historias de soldados revolucionarios, un periodista, su padre y el mismo san Josemaría, llamado el santo de la vida ordinaria, a quien éste conoce en el seminario.

Al inicio del año 2011, en el que se celebrarán los 75 años del estallido de la guerra civil española, Joffé ha querido compartir con los lectores de ZENIT las convicciones que compartirá con quien vea esta película. La segunda parte de esta entrevista se publicará en el servicio del 6 de enero.

--¿A qué alude el título de la película "There Be Dragons", "Encontrarás dragones"?

--Roland Joffé: Los mapas medievales calificaban los territorios desconocidos con las palabras "Hic sunt dragones", "aquí hay dragones". Cuando comencé a investigar sobre el tema y a escribir el guión, dado que realmente no sabía lo que me esperaba ni cómo acabaría, "Encontrarás dragones" me pareció un título apropiado. Era como si me saliera de mi mapa y me adentrara en un territorio inexplorado al tocar temas como qué es la santidad, temas de religión y de política del siglo XX, el pasado de otro país. Me había golpeado la afirmación de Josemaría: a Dios se le encuentra en "la vida ordinaria", y esa vida ordinaria, en su caso, fue la guerra civil española. Me pregunté: ¿cómo es posible encontrar lo divino en la guerra? Pero la misma pregunta puede hacerse sobre todos los desafíos fundamentales de la vida, y sobre la manera en que los afrontamos: cómo respondemos al odio y al rechazo, o al deseo de venganza y justicia. Todos estos dilemas aumentan en tiempo de guerra. Estos dilemas son, en cierto sentido, los "dragones" de la película, momentos de inflexión en nuestras vidas en los que afrontamos opciones decisivas. Opciones que afectarán a nuestro futuro. "Encontrarás dragones" habla de las diferentes opciones que asume la gente en esos momentos de inflexión --tentaciones, si usted quiere-- y de lo difícil que es --y necesario-- huir de los ciclos de odio, resentimiento y violencia.

--La película tiene lugar en el contexto de la guerra civil española, que en cierto sentido es el paradigma de la violencia que genera violencia, la violencia sin sentido. En este escenario de violencia fratricida, ¿hay espacio a la esperanza?

 

--Roland Joffé: Sí, pero es sumamente difícil. Entre las personas hay demasiados hechos abominables, horrendos, que parecen imposibles de perdonar, de rescatar, imposibles de superar. ¡Pero el perdón es posible! Los ciclos de violencia pueden detenerse, como lo demostró el presidente Nelson Mandela en Sudáfrica. El perdón ha sido posible para muchos héroes en Ruanda, y ha sido ofrecido y aceptado por muchos valerosos palestinos e israelíes. Josemaría aseguró que las personas normales son capaces de ser santas, y creo que se refería a esta clase de perdón heroico. La inagotable posibilidad de perdonar deja espacio a la esperanza. Pero el precio es alto: exige un profundo sentido de lo que es plenamente humano, un profundo sentido de compasión, y una resolución firme, y sí, heroica, para no quedar atrapado por los odios imperantes, sino luchar contra ellos con un amor inquebrantable.

Buena parte de la trama de la película se desarrolla durante la guerra civil española, pero se despliega entre ese telón de fondo y el año 1982. Hay muchas generaciones involucradas en esta historia: el pasado proyecta una sombra sobre el presente. Lo que las une es Robert, un periodista a quien se le ha pedido que haga una investigación sobre Josemaría Escrivá en tiempos de su beatificación. Poco a poco descubre que su padre, Manolo, fue en la infancia amigo de Josemaría, y que estuvo en el seminario con él, aunque luego sus vidas tomaron caminos totalmente diferentes. Robert y Manolo se han alejado, pero la película les une según va revelando la terrible verdad sobre el pasado. Por tanto, es también la historia de un padre y un hijo, y la historia de la verdad que necesitan afrontar para superar lo que les separa. Es sobre todo una película sobre el amor, sobre la fuerza de su presencia y sobre el árido y aterrador mundo en el que vivimos con su ausencia.

Las guerras civiles son mucho más atroces porque enfrentan a hermano contra hermano, familia contra familia. Al final de la guerra civil española, se contaba medio millón de muertos. Una guerra civil es una poderosa metáfora de una familia. Al igual que en las guerras civiles, los miembros de la familia toman partido y se desgarran; los antiguos resentimientos se convierten en manantiales de odio. No le perdonamos a nuestra tía lo que ha hecho, no nos hablamos con nuestro padre porque dejó a nuestra madre, no nos hablamos con nuestra madre porque se fue con otro, o no nos hablamos con nuestro hijo porque escogió una profesión diferente de la que esperábamos. Estas son las guerras civiles de nuestra vida ordinaria. "Encontrarás dragones" habla de estos dos tipos de guerra civil.

Fundamentalmente, todos tenemos que optar entre dejarnos vencer por nuestros resentimientos o encontrar la manera de conquistarlos. Puede verse la vida como una serie de injusticias, de rechazos y heridas, o como una serie de oportunidades, de ocasiones, para vencer a esos dragones a través del poderoso deseo de sustituir el odio por el amor y la unidad. Muchos albergan en su interior ese amor para tomar esta heroica opción. Se dan cuenta de que pueden tomar la opción de ser libres. Tienen la fuerza de carácter para comprender que el odio es una prisión. Nadie que odia puede ser libre.  ¿No hemos visto acaso tantos ejemplos de esto en los años transcurridos desde la primera guerra mundial? Por otro lado, cuando las personas optan por el amor, el observador imparcial puede ver en ellas el sentimiento de libertad, de compasión, de generosidad.

Al final, todos nos encontramos ante estas opciones. Incluso a Robert, el agnóstico y el materialista, se le pide que elija entre el amor y el odio, que en cierto sentido se enfrente al mundo con amor, o como dice Aline, que "se enfrente a Dios con el amor".

Para mí la película habla de esto. El perdón deshiela lo que ha quedado congelado. Toca lo humano en el interior de quien ha sido perdonado, así como toca lo humano en el interior de quien perdona. El amor no siempre es fácil, no puede serlo. No puede proceder de una actitud de superioridad, sólo puede proceder de una actitud de humildad y de humanidad. Y, sin embargo, su belleza es poderosa. Dice: "Sí, sal de ti mismo. ¿Crees que no puedes perdonar?". Pues bien, no sabrás si puedes perdonar hasta que no perdones. Y, ¿cómo puedes perdonar? Para perdonar necesitas identificarte con el otro. Perdonas poniéndote en la piel del otro. Debes dejar de demonizarlo, no puedes decir "Soy mejor que él, yo nunca podría hacer eso". Por el contrario, tienes que mirar a la persona y decirte: "podría ser yo". Por tanto, sí, hay espacio a la esperanza, incluso en las circunstancias más dolorosas, trágicas y terribles, donde la esperanza parece imposible.


--¿La película se dirige a creyentes o a no creyentes?

 

--Roland Joffé: "Encontrarás dragones" se toma la fe en serio; se toma la santidad en serio. Pero su interés va mucho más allá de un público religioso. Su pregunta presupone una separación que, en realidad, es falsa. Todos vivimos en un mundo perturbado, todos tenemos que afrontar el dolor y la alegría de la vida ordinaria, y aunque recurramos a diferentes interpretaciones de la realidad sobre esta experiencia, al final todos moramos en el mismo mundo desgarrado y perturbado.

Es una película sobre creyentes y no creyentes. Quedé profundamente impresionado por la convicción de Josemaría de que todos somos santos en potencia, por su fe en que cada quien es en última instancia capaz de acabar con sus propios dragones. Espero que la gente que vea la película lo descubra en sus propias luchas con sus dragones y que comprenda que ningún santo ha llegado a serlo sin haber luchado.

La película también habla de muchas formas de amor. El amor de Ildiko por Oriol es una forma particular de amor. Su amor apasionado por edificar un mundo mejor es otra forma de amor. El amor de Manolo por Ildiko es también otra forma de amor, aunque esté atado por los celos y el resentimiento. El amor que anhela Manolo y que acaba recibiendo es también otra forma particular de amor. Estos diferentes tipos de amor se unen como en una tela de araña, formada por hilos individuales: cada hilo parece estar separado, pero luego la realización de la tela muestra que todos ellos forman parte de un conjunto más grande, que están unidos a la misma realidad, orientada hacia el mismo punto, hacia el mismo centro. Al final, todos estos hilos diferentes de amor, que parecen tan diferentes, convergen en un punto fundamental: "¿Este amor es más grande que el amor propio?". Esta es una pregunta importante. Y a ella se dedicó buena parte de la política de los inicios del siglo XX. De todos modos, plantea otra cuestión de una gran complejidad. Si este amor apasionado se basa en un ideal, o en una idealización, si consiste en la aceptación de un solo modelo de comportamiento humano, ¿cómo puede evitar caer en el fanatismo o la demonización? Desde tiempos de la Ilustración, esta ha sido una cuestión fundamental. En nombre del amor de un bien más grande, cuántos actos inhumanos se han cometido. Me parece que sólo si se comprende la trágica falibilidad de todos los seres humanos y de todos los comportamientos humanos podemos encontrar la senda del entendimiento y de esa profunda empatía, ese sentido de identificación con el otro, que libera de la demonización y de las espirales de violencia sin esperanza.

No se trata de una película católica, sino que trata de un tema clave en la teología cristiana y en todas las iglesias cristianas, así como en muchas otras religiones. Todas las religiones comprenden que los seres humanos, en sus relaciones unos con otros, toman opciones divinas, opciones que afectan profundamente a la vida de los demás y al mundo que les rodea. Esta interconexión constituye el fundamento del amor: lo que hacemos a favor o en contra de los demás nos afecta a nosotros y a ellos porque todos estamos unidos los unos a los otros.

--¿Hasta qué punto su personaje de Josemaría Escrivá, que hoy es un santo de la Iglesia católica, se basa en hechos o es un producto ficción?

 

--Roland Joffé: De todos los personajes de la película, Josemaría es el único que ha existido históricamente, el único sobre el que abundan testimonios y pruebas. Creo que la representación de Josemaría que ofrecemos de su sensibilidad, su sentido del humor, que indudablemente tenía, surge de los acontecimientos de su vida y es en realidad muy cercana a lo que fue él en realidad. He querido encontrar un punto de vista honesto al trazar su perfil, y tomar su fe en serio, como él lo hizo. Supongo que en el caso de los santos es algo típico ver en ellos, en extraña oposición con la pecadora de corazón de oro, a hombres con corazón de plomo; pero esto no es más que un cómodo convencionalismo. De hecho, la historia de Josemaría es la de un hombre que logra el éxito extraordinario de simplificar su vida entorno a un amor a Dios auténtico y poderoso. Este amor a Dios se convierte en un principio organizador que le da forma, así como una especie de sencillez y fuerza.

Pero esto no hace que sea aburrido o soso, pues este amor se dio en el mundo real, y el fruto de esta existencia en el mundo real, y con frecuencia cruel, es en todo hombre honesto la duda. Dudar de Dios y dudar de la bondad. Esta duda es sumamente fecunda. El amor no es algo caído del cielo, como algo sine qua non. Hay que luchar por él. Es lo que, como seres humanos, debemos llevar a la mesa. Tenemos que encontrar este amor profundo en nosotros mismos, comprendiendo la belleza escondida de nuestra fragilidad y de la fragilidad de los demás. En un sentido profundo que ilustra, me parece, la historia de Cristo. Si somos creyentes, tenemos que seguir buscando ese amor profundo en nosotros mismos y ofrecerlo a Dios y a su creación. Si no somos creyentes, tenemos que seguir buscándolo y ofreciéndolo a los demás, sin tener en cuenta su política, raza o religión.

Por Jesús Colina

Imágenes cortesía de: qpicture.com  (Joffé); todocine.cl (póster)